Apuntes

LA HUMILDAD EN EL DEPORTE

Decía nuestro Miguel de Cervantes que "la humildad es la base y el fundamento de todas las virtudes, y sin ella no hay alguna que lo sea". Pues sí, la humildad es como la raíz y la madre de todas las demás virtudes, que hace que nos conozcamos a nosotros mismos, poniéndonos a cada uno en su lugar y haciendo que reconozcamos lo que realmente somos y nada más.

Debemos y tenemos que ser humildes en el deporte. El deportista humilde no presume de sus logros y éxitos, reconoce sus fracasos y debilidades, y actúa sin orgullo ni soberbia. Es modesto y discreto, y actúa siempre con sencillez y llaneza, mejorando así las demás virtudes y enriqueciendo la personalidad. Un corredor humilde no es interesado, ni presuntuoso, ni egoísta, sino que se siente autosuficiente y generalmente hace las cosas por conveniencia. El deportista humilde no aspira a la grandeza personal, a ganar a costa de cualquier artimaña, sino que derrocha humildad por los cuatro costados tanto en la victoria como en la derrota; es decir, sabe ganar con generosidad y sabe perder con humildad, siempre.

Un modelo a seguir, sin duda alguna, es nuestro Rafa Nadal, que lleva siempre la humildad por bandera. Es un hombre con un gran corazón y siente muchísimo respeto por los demás, siendo un deportista a imitar y un espejo en el que todos debemos mirarnos; y por eso, entre otras muchas cosas, es tan querido, admirado y respetado por todos: niños y mayores, deportistas y no deportistas.

Santa Teresa de Ávila decía: "La humildad es la verdad". El humilde ve las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como malo, lo justo como justo. Cuanto más humildes seamos más creceremos en la correcta visión de la realidad. Seamos, pues, personas humildes y alcanzaremos la gloria, el respeto y la satisfacción personal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario